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El
rey de España siempre se lava las manos con agua del Jordán
Jose Almeida Afonso
Con todo lo
que está cayendo ahora mismo sobre los poderes fácticos en el estado español,
donde cada día se hace más explícito y evidente cuáles son los verdaderos
intereses y razones que mueven a unos y a otros a mostrar su auténtico rostro
en su diaria acción política, desde estos Atlánticos peñascos africanos
asistimos con renovada satisfacción al impresentable baile de despropósitos
que nos retransmiten en riguroso directo sus fieles voceros institucionales, y
sin caérseles la cara de puritita vergüenza.
Por ponerles algunos ejemplos, muy gráficos todos ellos, de lo que le está
"cayendo" a los "intocables" poderes fácticos españolistas,
me vienen así de repente a la memoria las denuncias presentadas por el
coronel del ejército español, Amadeo Martínez Inglés, autor del libro
"23-F. El golpe que nunca existió" (Editorial Foca), donde sostiene
la siguiente tesis: " (El 23F) Se trató de una operación político-militar-borbónica,
dirigida por el rey Juan Carlos, quien estaba enterado de que un grupo de
militares ultraderechistas preparaban un movimiento para derrocarlo".
Y agrega el coronel Martínez Inglés sin apenas titubear: "La Corona
española ha rentabilizado durante todos estos años aquel evento y el rey se
ha convertido en un mito democrático. Eso es mentira, pues fue el rey Juan
Carlos quien autorizó al general Armada a montar el 23-F". La verdad, la
cosa sería para morirse de la risa sino fuera tan seria.
O este otro donde todas las personas de buena fe deberían coincidir y apoyar
sin duda alguna: "El último régimen legal de verdad fue la República
-reconoce el coronel Martínez Inglés- destruida por el golpe militar de
Franco. El dictador nombró un heredero antes de morir y ahora resulta que
todos somos monárquicos. Habría que haber vuelto a la República, que era la
legalidad, o por lo menos dejar a los ciudadanos que se pronunciaran. Estamos
en una situación de interinidad política y ya es hora de ir a un régimen
totalmente democrático".
También me viene a la memoria otra gravísima denuncia realizada por el mismo
coronel Martínez Inglés cuando afirma tajante que "lo de Irak no fue
una guerra, fue un genocidio" -acción que según tengo entendido está
perseguida por el Tribuna Penal Internacional.
"A lo ocurrido en Irak no se le puede llamar guerra, porque para que esto
ocurra debe de existir enfrentamiento entre dos ejércitos. Cuando un ataque
se produce desde el aire, a veinte mil metros de altura, sin opción a que el
otro ejército se defienda y utilice sus armas, empleando para ello la
tecnología más avanzada... como digo, no es una guerra sino un asesinato en
serie, una masacre, un genocidio. Antes en la guerra había enfrentamiento,
riesgo. Ahora, los pilotos norteamericanos desde un portaaviones te disparan
un misil de crucero, un tomahawk bajo las instrucciones de unos señores que
están lejos, en una sala con aire acondicionado, tomándose una coca-cola.
Aprietan un botón en un momento determinado y mueren mil, dos mil o tres mil
personas. En Afganistán ocurrió lo mismo. Los B-52 lanzaron miles de bombas
de saturación y dejaron provincias enteras arrasadas", afirma
contundente el coronel español Martínez Inglés.
La inmensa fortuna del Rey
Además, por si todo esto fuera poco, el rey es también el protagonista de
otro libro que revela sus nada claros negocios, sus relaciones sospechosas con
los medios de comunicación y hasta posibles líos de faldas. Se titula
"El negocio de la libertad", y fue escrito por el periodista Jesús
Cacho, publicado por la misma editorial, dirigida por Ramón Akal, un hombre
sometido durante la dictadura a 11 sumarios del Tribunal de Orden Público.
Cacho se explaya más sobre los negocios del rey: "El asunto más
espinoso de la historia de la monarquía española es el dinero del rey. La
culpa de esos comportamientos censurables del rey es precisamente de ese tabú,
esa especie de gran pacto de silencio que envuelve las actividades de la Casa
Real española".
En su libro de 650 páginas, Cacho relata los "negocios" del rey con
las potencias petroleras árabes: mediante el abogado Manuel Prado y Colón de
Carvajal, Juan Carlos cobra una comisión por el petróleo adquirido por España
o pide préstamos que nunca paga.
"Siempre se ha dicho que la Casa Real es pobre... Juan Carlos llegó al
trono de España literalmente con lo puesto... pero aquel monarca pobre que en
1975 se hizo cargo de la Corona de España jurando la Constitución, es hoy un
hombre rico, inmensamente rico. En un pueblo donde la mayoría de la gente no
llega a fin de mes, esto es simplemente inmoral, cuando no, indecente,
desvergonzado, indecoroso…"
Finalmente, Cacho tiene la certeza de que el rey también estuvo enterado del
terrorismo de Estado de los GAL: "Mucho se ha especulado con la
eventualidad de que el monarca estuviera al corriente de las acciones de los
GAL... A tenor de las declaraciones de Serra en el juicio por el secuestro de
Segundo Marey, es la JUJEM (Junta de Jefes del Estado Mayor) la que, al hilo
del asesinato del capitán Martín Barrios, pide intervenir directamente
contra ETA. Y esa cadena debe necesariamente informar al rey de la situación,
porque el rey es el jefe de la JUJEM, la máxima autoridad, el último escalón
de la línea de mando." Otra vez la Ley del Silencio se impone sobre las
más que dudosas "razones de Estado" y aquí sigue sin pasar
nada…bueno, esto no enteramente cierto, sí que pasa, pero lenta, muy
lentamente, porque aunque han sabido jugar muy bien sus cartas marcadas. Somos
ya muchos los que estamos intentando desmontar -con todos los medios a nuestro
alcance- esta tremenda falsa pseudodemocrática.
Cuando al engaño le llaman Transición
"Con una Justicia mediatizada no hay Constitución ni democracia posible.
Con un Parlamento inexistente, el control del poder es una quimera. Con una
forma política del Estado y una forma política de Gobierno al margen de la lógica
democrática, la libertad política es un sueño de la razón (...). La opción
que se avecina no es ya la Monarquía o República. Es la de República
Constitucional o neofascismo". Con este contundente párrafo termina
Joaquín Navarro su obra "25 años sin Constitución". Si a ello añadimos
que quien lo dice es magistrado, fue senador de las Cortes Constituyentes y
diputado en la primera legislatura, siendo vicepresidente de la Comisión de
Justicia, se entenderá que el comentario no es baladí.
Estamos ante un libro excepcional porque representa el testimonio y el análisis
de los últimos 25 años en el Estado español a través de quien fue testigo
privilegiado mediante sus cargos electos y su vinculación política
(militante del PSP y diputado del PSOE), especialista jurídico (magistrado,
miembro de Justicia Democrática y Jueces para la Democracia y profesor
universitario de Derecho Civil y Teoría del Estado) y, fundamentalmente, una
persona íntegra y honesta que no ha dudado en defender sus ideas contra
viento y marea. Además, el juez Navarro logra hacer inteligible ese mundo del
Derecho que tan críptico resulta para la mayoría de nosotros. Su amplia
experiencia como colaborador en medios de comunicación le confirman como un
especialista que ha sabido acercar al público sus conocimientos y
argumentaciones.
En un país como España, con una transición vendida hasta la saciedad como
ejemplarizante, un rey empalagosamente idolatrado por los medios de comunicación
y la clase política y un gobierno declarando guerras a las órdenes de
Estados Unidos e ilegalizando partidos políticos, es más que saludable que
Joaquín Navarro desmonte con precisión jurídica y elocuencia pedagógica la
farsa de democracia en la que vivimos.
Podría seguir enumerando algunos casos más de infames despropósitos y viles
tropelías, pero por hoy pienso que ha sido suficiente. De cualquier forma,
seguiremos investigando las inefables falsedades en las que está instalado
este impresentable sistema facistoide españolista, continuaremos comprobando
todos los detalles que nos lleven a descubrir la verdad del enorme tinglado
corrupto que tienen montado estos "grandes ilustres de España".
Que lo sepan: mientras nos corra una rojísima gota de sangre por nuestras
venas no cejaremos en nuestro inmenso anhelo de libertad, en nuestro imperioso
afán de justicia social.
Una cosa tiene que quedar muy clara: que nos embargue una cierta aunque
siempre comedida satisfacción ante el patético espectáculo de sus feriantes
mediáticos, del exhibicionismo grotesco de sus "reales" monos de
feria y, por si todo esto fuere poco, para ya rematar "la faena" tan
circense ella, encima nos presentan a los estrafalarios comparsas de a pie
entonando un más que desafinado do de pecho con el "Asturias Patria
querida…."; pues eso, que aunque nos embargue a muchísm@s canaria@s
esa cierta comedida satisfacción, no significa en modo alguno que nos haga
olvidar -ni por un instante siquiera- quiénes son en realidad los auténticos
responsables de nuestros males pasados, los verdaderos culpables del actual e
¿imparable? deterioro de nuestro maltratado territorio geográfico y, lo que
es aún más grave e imperdonable, de nuestra tormentosa e insufrible
decadencia espiritual.